Jeannette Jara: la candidata que desafía a la derecha en Chile

La llegada de Jeannette Jara al balotaje reordenó el clima político chileno. Con el 26,83 por ciento de los votos, la exministra del Trabajo superó por escaso margen a José Antonio Kast y se instaló como la figura que buscará frenar el avance de la derecha dura. En la noche electoral, más que los números, lo que resonó fue su historia: una biografía que miles de chilenos identifican como parte de su propio recorrido.

Nacida en Conchalí, hija de una trabajadora doméstica y de un mecánico, Jara creció en un hogar donde el esfuerzo era regla y las cuentas rara vez cerraban. Mayor de cinco hermanos, aprendió desde temprano a equilibrar estudio, trabajo y militancia. No romantiza ese pasado; lo cuenta como quien conoce de primera mano las tensiones de la vida cotidiana.

Militante del Partido Comunista desde los 14 años, forjó un perfil atípico dentro de su fuerza: reformista, pragmática y con un discurso más aggiornado que el de la dirigencia tradicional. Su trayectoria pública tampoco viene de herencias políticas: fue dirigente estudiantil en los 90, sindicalista en el Servicio de Impuestos Internos, subsecretaria durante el gobierno de Michelle Bachelet y ministra en la gestión de Gabriel Boric. Abogada, administradora pública y madre, construyó un camino sin padrinos y con una lógica propia.

Una candidata que apuesta por la cercanía en tiempos de desconfianza

En un escenario político atravesado por el desencanto, Jara propone un tono distinto. Habla de seguridad, inflación y migración —los temas que hoy dominan la agenda—, pero los vincula con una idea central: los problemas se resuelven con derechos, no con amenazas.

Tras la primera vuelta llamó a no permitir que “el miedo congele los corazones”, una frase que sintetizó su estrategia: disputar el terreno emocional en un Chile marcado por el estallido social y las incertidumbres recientes.

Con la derecha alineada detrás de Kast y encuestas adversas, la clave para crecer está en el electorado más volátil: quienes apoyaron a Franco Parisi, votantes desconfiados de la política tradicional, exigentes de respuestas rápidas y de un Estado que funcione.

Un proyecto que busca aliviar desigualdades

Su programa mezcla reformas ya probadas —como la reducción de la jornada a 40 horas, el fortalecimiento de las pensiones y el salario mínimo— con propuestas nuevas orientadas al alivio inmediato: un ingreso vital de 800 dólares, apoyo a pequeñas y medianas empresas, reducción del costo de la energía, un plan contra el crimen organizado centrado en la ruta del dinero y una regularización migratoria acotada, pero efectiva.

No promete rupturas históricas. Su apuesta es más discreta, pero también más desafiante: reconstruir un país donde la vida cotidiana sea menos áspera. En un Chile cansado de los extremos, esa cercanía puede convertirse en su mayor fortaleza camino al balotaje.